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EL PROBLEMA
Siguiendo con la acentuación, toca
ahora mencionar el polémico tema de la tildación diacrítica, pero en palabras
como solo, este, ese y aquel. Seguro que muchos de los lectores de esta
nota recordarán que – en nuestra formación escolar – se insistió en que nos
acostumbráramos a tildar estas palabras cuando cambiaran de función gramatical.
Por ejemplo con relación a la
palabra solo. Esta podía funcionar como adverbio de cantidad: “Solo quiero otra
oportunidad". Sin embargo, también podía funcionar como adjetivo: “Me he quedado
muy solo”. En consecuencia, para señalar
la diferencia entre ambas funciones se recomendaba tildar la mencionada palabra
cuando se desempeñara como adverbio y no tildarla cuando funcionara como
adjetivo. ¿Recuerdan esta recomendación? Seguramente que sí, al menos quienes
ya pasaron los treinta años.
EL CASO DIACRÍTICO
Ahora bien, esta tilde se
denominaba diacrítica porque servía para distinguir dos palabras de igual
escritura y pronunciación, pero de diferente función gramatical. Lo mismo
sucedía con los demostrativos este, ese
aquel. Palabras que, según las
circunstancias, podían funcionar como determinantes o como pronombres. En estos
casos, si tenían función de pronombre se tildaban aun cuando – en ambos casos –
la sílaba tónica fuese la misma. “Este
joven se parece a este”. Esa
es la función de la tildación diacrítica.
Sin embargo, todo cambia y fluye.
Como la lengua es un hecho social,
también cambia o – según otros – se perfecciona. Por lo tanto, desde el
la edición de la Ortografía del Español 2010 (RAE), se recomendó con mayor
énfasis suprimir la tildación diacrítica en las mencionadas palabras.
Se
argumentaba que la diferenciación entre ambos significados se debía determinar
por el contexto y eso era suficiente.
Ejemplo:
¿Solo quiero estar solo?
Esta no fue una decisión repentina.
Dicha recomendación ya venía cocinándose incluso antes de la edición
ortográfica de 1999. Sin embargo, como ya dije, en la edición de 2010, la
recomendación para suprimir la tilde- para estos casos - fue más
enfática.
Todos aquellos que padecieron un largo tiempo hasta acostumbrarse a
tildar estos polisílabos, se sintieron desconcertados.
LA POLÉMICA
Pues bien, atención, el asunto no ha terminado. Si bien es cierto que en la educación básica
se ha aceptado disciplinadamente la recomendación actualizada de la Ortografía
de 2010, esto no ha sucedido en todos los ámbitos. Muchos lingüísticas y escritores
de oficio como narradores, periodistas, ensayistas, por mencionar a ciertos
grupos, han decidido – diríamos- desacatar tal recomendación. Es decir que la tilde diacrítica sigue
apareciendo en sus escritos para estos casos. ¿La razón? Consideran que el contexto no basta
para determinar el sentido de estos vocablos: se necesita de la tilde de todas
maneras.
Proponen un ejemplo para demostrar la necesidad de mantener la tilde: “Me
quedado solo por ti”.
Se afirma que hay
duda entre “me he quedado solo (solamente)
por ti” o “me quedado muy solo (soledad) por ti”.
Cuando me refiero a escritores puedo mencionar incluso a miembros de
la RAE. Es decir que el asunto va en serio y la polémica de la tilde
diacrítica para polisílabos es un tema que no ha salido del candelero.
Por
ejemplo acabo de leer la novela "Hombres buenos" de Arturo Pérez Reverte (miembro
de la RAE) en donde – aparte de la genial historia que nos narra – aparecen
tildadas las palabras en discusión. Lo
mismo hacen otros académicos como Javier Marías o Pere Gimferrer. Para aumentar
la lista menciono a escritores importantes como Carlos Prado e incluso al peruano Jorge Eduardo Benavides quien declara que seguirá
tildando estas palabras porque así es como se le enseño a escribir.
¿SE PUEDE DESACATAR UNA DECISIÓN COMO ESTA?
¿Esto es posible? ¿Acaso no es la RAE una entidad con la autoridad
suficiente como para imponer un modo ortográfico? Claro que no. La RAE como la
ASALE (Asociación de Academias de la Lengua Española) tienen la encomiable
misión fijar la norma que regula el uso correcto de la lengua española
armonizando su esencial unidad con la diversidad de su realización; pero esto
no es suficiente para imponer un uso. La lengua – como ya se dijo – en un
producto social que está en constante transformación. A veces, como estos
casos, es el hablante el que termina por fijar el uso en mérito al constante uso y
aceptación de las mayorías.
UNA OPINIÓN Y CONSEJO
Por mientras, sólo me queda recomendar a los estudiantes que eviten la
tilde para ahorrarle angustias a su profesor quien se podría sentir solo en su empeño
de uniformar la ortografía. Sin embargo, para quienes ya no tienen que depender
de una nota, supongo que este artículo será solo una referencia y que luego,
cada quien decidirá lo de la tildación según como este le venga en gana.
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