LA HISTORIA DEL LENGUAJE EN 24 HORAS
Poco sabemos sobre cuándo se originó el lenguaje humano; las
estimaciones de los investigadores oscilan entre 100.000 y un millón de años.
Para trabajar con base en una hipótesis conservadora, voy a manejarme en las
líneas que siguen con la idea de 150.000 años de lenguaje, entendiendo como tal
la capacidad de comunicación compleja, basada en combinaciones de fonemas y de
un sistema de significantes y significados sintácticamente organizado, que es
exclusiva de nuestra especie.
Somos capaces del pensamiento abstracto, deíctico (hablamos de
personas y cosas que no están presentes), hacemos historia del pasado y
trazamos planes de futuro gracias al lenguaje, esa función cerebral que
organiza nuestro pensamiento en un raciocinio creativo y nos permite interpretar
el mundo y compartir esta interpretación con los demás.
Esta facultad ha permitido a nuestra especie a fabricar herramientas,
armas, máquinas y hasta lanzar satélites artificiales; seres humanos han
viajado por el espacio en el último medio siglo y, en los últimos setenta,
hemos desarrollado la ciencia de la computación; nuestra especie está
permanentemente transformando el mundo. Nada de eso habría sido posible si no
hubiéramos contado con el lenguaje, que nos permite articular el pensamiento
racional.
¿Qué sabemos de los orígenes del lenguaje? ¿Cómo se originó esa
capacidad? ¿Qué conocemos de la historia de las lenguas? No sabemos casi nada;
solo tenemos algunos pocos datos de los últimos tiempos, es decir, de los
últimos miles de años.
Para situarnos en una perspectiva fácil de concebir mentalmente,
propongo comprimir los 150.000 años de lenguaje en un día de 24 horas,
terminando en el momento actual. En ese único día, el primer código escrito
habría aparecido hacia las 23:32. Fue allí cuando terminó la prehistoria de la
humanidad y empezó la historia. Sabemos muy poco de lo que ocurrió antes de esa
hora y, sobre el lenguaje, nada. Las lenguas más antiguas de que tenemos alguna
noticia se dejaron de hablar cuando faltaban 39 minutos para la medianoche, y,
cerca de medianoche se empezó a hablar en un pequeño rincón de Italia una
lengua que se llamaría latín. Unos cinco minutos más tarde, Aristóteles se tomó
entre cinco y diez segundos para escribía su Lógica, su Retórica y su Poética.
A las 23:56h se creaba en Florencia la Accademia della Crusca (la
academia de la lengua italiana) y, faltando tres minutos para la medianoche,
Felipe V autorizaba en Madrid la creación de la Real Academia Española. Si la
primera gran revolución del lenguaje la protagonizó la invención de la
escritura, a las 23:32h, la segunda revolución fue la alfabetización universal,
que se empezó a procesar hacia fines del siglo XIX, o sea, poco más de un minuto
antes de la medianoche.
Quienes creen que con las faltas ortográficas se «destroza» el
lenguaje, como uno oye a veces, deberían explicarnos qué saben sobre las
primeras veintitrés horas y 59 minutos de la historia del lenguaje humano. Los
que critican los neologismos tendrían que contarnos algo sobre lo que ocurrió
con la lengua antes de las once y media de la noche, porque no tenemos la menor
idea.
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